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Presentación clínica del paciente:
Acude a consulta a su veterinario, una hembra castrada de 5 años sin antecedentes reseñables previos porque presentar vómitos esporádicos.
En su veterinario se realiza una exploración física general sin hallazgos muy significativos, más allá de que el paciente presenta una postura de rezo antiálgica.
Por protocolo, se realizan dos radiografías ortogonales de abdomen, donde se evidencia un cuerpo extraño metálico localizado libre dentro del abdomen, en una posición dorsal al bazo y caudal al estómago.
Dados los hallazgos radiológicos, el centro veterinario realizó un TC para ser más precios en la localización y descartar lesiones secundarias u otras patologías a nivel abdominal. La TC confirma la existencia de un cuerpo extraño metálico alojado en peritoneo, inerte y sin reacción peritoneal asociada.
Remisión del paciente a Hospital Veterinario Puchol
Generalidades: el centro veterinario tras la confirmación del cuerpo extraño intra-abdominal, deriva el paciente al Servicio de Cirugía avanzada de nuestro hospital.
Se repiten las radiografías de control para comprobar que a aguja no ha migrado, y se encuentra en una posición parecida a la que indica su veterinario referente.
Los cirujanos optan por un abordaje mínimamente invasivo y se programa una laparoscopia exploratoria.
Anestesia: el paciente se premedica con dexmedetomidina y metadona y se induce con propofol. Se mantiene con anestesia general inhalatoria a base de Isofluorano y monitorización constante.
Intervención quirúrgica: en posición de cubito supino y tras preparación de campo quirúrgico, se inicia una laparoscopia exploratoria, mediante colocación de tres puertos de 5 mm (técnica de Hasson modificada), uno subxifoideo, uno umbilical y otro lateral entre los dos anteriores.
Durante la exploración se consigue llegar a la zona afectada, donde se evidencias lesiones, pero no se llega a identificar con certeza el cuerpo extraño observado en la TC previa, por lo que se complementa con una mini-laparotomía exploratoria.
Se práctica incisión en línea media suficiente para abordaje específico de la zona afectada, guiados por la localización del extremo del laparoscopio. Durante el examen macroscópico de los órganos internos, en la grasa peritoneal entre el bazo y el estómago, se localiza un cuerpo extraño metálico compatible con la descripción previa del TC
Conclusiones sobre el caso clínico:
No había antecedentes en la anamnesis que hicieran pensar en un cuerpo extraño intrabdominal. El hallazgo de la aguja fue casual debido a una sintomatología inespecífica de dolor abdominal. La pronta intervención del veterinario y la realización de radiografías adecuadas puso en evidencia el cuerpo extraño que luego se confirmó con la tomografía
La realización de la laparoscopia para intentar extraer la aguja es siempre acertada como primera opción por la buena recuperación de los pacientes que son sometidos a esta técnica. Además, permitió guiar al cirujano hasta la zona afectada con menor exposición y menor deterioro de los órganos en la mini-laparotomía.
Evolución y seguimiento del paciente:
El paciente se mantuvo una noche hospitalizado para control de dolor post quirúrgico, dándose de alta al día siguiente, después de comer y defecar sin problemas aparentes.
En las revisiones post quirúrgicas la exploración física estaba dentro de la normalidad, no presentaba molestia abdominal ni signos gastrointestinales hasta el alta definitivo.
Analizando el caso clínico:
Este hallazgo incidental es muy poco común. La presencia de cuerpos extraños libres en el abdomen puede dar lugar a múltiples lesiones, incluso una peritonitis esclerosante encapsulada.
La peritonitis esclerosante encapsulada, es un síndrome clínico que produce una esclerosis irreversible de la membrana peritoneal. En humana es una complicación grave derivada de diálisis peritoneales, frecuentes en medicina humana y que puede acabar incluso produciendo obstrucción intestinal. También se produce debido a peritonitis agudas bacterianas o fúngicas, infecciones crónicas, o traumatismos abdominales. En humana tiene una alta tasa de mortalidad, y el tratamiento consiste en alimentación parenteral, terapia con esteroides y resección quirúrgica. Muchas veces puede recidivar, aunque la terapia con corticoides suele ser efectiva.
En perros solo ha sido descrito en 9 perros y 1 gato. Los signos clínicos son inespecíficos y pueden ser, entre otros, anorexia intermitente, vómitos, letargia, diarrea y distensión abdominal. Los problemas a largo plazo como pérdida de peso crónica, efusión peritoneal y progresión de la enfermedad suelen acabar en eutanasia, y solo en dos casos clínicos en veterinaria se logró la supervivencia más allá de los 5 meses.
En perros no se suele observar obstrucción intestinal ni necrosis. Se cree que es debido al efectivo sistema fibrinolítico que da lugar a menos tejido fibroso y más tejido de granulación.
En veterinaria está descrito el uso de corticoesteroides y también se reporta el uso efectivo de Tamoxifen, un modulador selectivo de los receptores de estrógenos que también se usa para tratar el cáncer de mama. (Artículo de 2010)
Gracias al buen examen clínico y primeras radiografías en su centro veterinario (Clínica Veterinaria Dulcinea), se ha podido localizar una aguja libre en el peritoneo y retirarla antes de que produjera alguna patología grave como una perforación intestinal o una peritonitis esclerosante encapsulada, que pueden acabar incluso en la muerte del animal.
Servicio de Cirugía Avanzada y Traumatología. Texto José Meana – Veterinario Cirujano