Querión dermatofítico: a propósito de un caso clínico El servicio de Dermatología nos presenta un caso muy interesante de una lesión dermatológica muy poco frecuente: el querión dermatofítico.

Nuestra compañeras del Servicio de Dermatología, Ana Rios y Lucía Beltrán, nos redactan el siguiente caso clínico de un querión dermatofítico.

Anamnesis

Acudió a consulta una hembra, esterilizada, mestiza y de 10 meses de edad. El motivo de consulta era un lamido continuo en la piel de la rodilla izquierda desde hacía una semana. No había cojeras previas ni se refirió ningún traumatismo en la anamnesis. Había recibido un tratamiento con Betadine® (MEDA Pharma, S.L, España) y  Blastoestimulina® (Kern Pharma, S.L., España), pero no se había observado mejoría. Le habían realizado como pruebas complementarias un test rápido de anticuerpos de Leishmania que fue negativo y vacunaron frente a esta enfermedad.

La perra vive en una casa en la Comunidad de Madrid y suele salir al campo y a zonas de río. Caza conejos y otras presas salvajes de vez en cuando. Convive con otros dos perros y ni ellos ni los propietarios presentaban lesiones.

Exploración física

La exploración general de la perra era normal excepto una leve linfadenomegalia poplítea. Presentaba una lesión bien delimitada, circunscrita y nodular en la cara lateral de la rodilla izquierda. La lesión era  eritematosa, exudativa y  presentaba unas dimensiones de 2.5cm x 3cm con dolor moderado  a la exploración (Fig.1).

Figura 1. Lesión nodular, eritematosa, exudativa y alopécica en la piel de la cara lateral de la rodilla.

Pruebas complementarias

La tricografía y raspados de la lesión fueron negativos.

En la citología del exudado se observó un patrón piogranulomatoso, sin evidencia de agentes infecciosos (Fig 2).

 

Figura 2. Presencia de numerosos neutrófilos y macrófagos en el exudado de la lesión.

No obstante, se observaron estructuras compatibles con esporas fúngicas en la preparación (Fig 3).

Figura 3. En el citoplasma de los macrófagos se observan estructuras redondas (flecha) compatibles con esporas fúngicas.

 

Se realizó cultivo bacteriano y para dermatofitos en placa triple DTM-ES-Sabouraud. El cultivo bacteriano fue negativo. En el cultivo para dermatofitos se observó crecimiento de colonias a las 72 horas tras la inoculación con viraje del medio (Fig.4).

Figura 4. Crecimiento de colonias a las 72 horas con viraje del medio DTM

Tras 21 días de incubación, se observaron hifas en forma de espiral, así como las microconidias fúngicas en forma de “racimo de uvas”, con las características típicas del hongo Trichophyton mentagrophytes (Fig 5 y 6).

Figura 5. Microconidias fúngicas en “racimo de uvas”

 

Figura 6. Hifas fúngicas con forma de espiral característica de Trichopyton mentagrophytes.

Tratamiento

Atendiendo a los hallazgos se pautó un tratamiento con itraconazol oral (Itraconazol Normon 100mg cápsulas, NORMON S.A, España), a dosis de 5 mg/kg cada 24 horas.

Evolución

A las dos semanas, la lesión presentaba un aspecto menos exudativo y eritematoso. A las 6 semanas la lesión había desaparecido.

Un mes después de diagnosticado el querion dermatofítico en el paciente, la perra con la que convivía presentó una lesión cutánea similar por Trichophyton mentagrophytes.

Discusión

Las lesiones nodulares cutáneas en perros jóvenes generalmente son debidas a infecciones bacterianas, fúngicas o parasitarias (leishmaniosis).  Otras causas serían inflamaciones no infecciosas o neoplasias como el histiocitoma.

En este caso, la paciente estaba habituada a cazar pequeñas presas en el campo, y presentaba una lesión con inflamación  piogranulomatosa, por lo que se sospechó que la causa más probable de esta lesión nodular fuera de origen infeccioso. El cultivo para hongos dermatofitos fue positivo y la perra presentó una buena respuesta al tratamiento médico. Un mes después, la perra con la que convivía presentó la misma patología.

El querión dermatofítico es una lesión cutánea bien definida, circunscrita, a menudo alopécica y de aspecto exudativo. Puede tener “forma de botón” o nodular, y se caracteriza histológicamente por la formación de un granuloma o piogranuloma con fragmentos de tallos pilosos con esporas fúngicas. Puede ser una lesión única o múltiple. En estas lesiones, los dermatofitos se localizan de forma profunda, en la dermis. Se asocian con frecuencia a Microsporum gypseum o Trichophyton mentagrophytes, así como a Microsporum canis. Se han descrito en perros de raza Yorkshire Terrier y gatos persas con mayor frecuencia, siendo mucho menor la prevalencia en gatos. Es importante destacar que Trichophyton mentagrophytes es un hongo zoofílico que está presente todo el año, con un máximo de incidencia en los meses de noviembre y diciembre. Los dermatofitos se transmiten por contacto con pelos o escamas de animales infectados, en el medio ambiente o a través de fómites. En el caso de Tricophyton, se asocia a la exposición a roedores o a su medio ambiente inmediato, siendo actividades como la caza y las excavaciones en tierras contaminadas un posible medio de contagio. En este caso, la paciente habituaba a cazar pequeñas presas salvajes en sus paseos por el campo.

Nos encontramos ante un perro de corta edad. Los diferentes estudios muestran una mayor prevalencia en animales jóvenes, menores de un año, aunque en determinadas publicaciones aparecen bien representadas las edades superiores a un año.Diferentes teorías han sido desarrolladas en relación a la patogenia de la dermatofitosis nodular. Parece ser que representan reacciones de hipersensibilidad a los dermatofitos. En medicina humana se cree que es una falta de adaptación del huésped a los hongos y/o reacción de hipersensibilidad, pero, por otro lado, pueden ser reacciones de un sistema inmune complejo, ampliamente desarrollado.

No existe una prueba “gold standard” para el diagnóstico de la dermatofitosis canina y felina. Tenemos a nuestra disposición varios métodos complementarios que usaremos en función del tipo de lesión encontrada, tratamientos recibidos con anterioridad, estado de la infección, experiencia clínica, etc. En este caso, los primeros pasos dados de cara al diagnóstico se decidieron fundamentalmente en base al aspecto clínico de la lesión. En lesiones nodulares debemos tener en cuenta que los agentes etiológicos están en capas profundas, siendo algunos métodos diagnósticos habituales de menor utilidad en estos casos. Como ejemplo, la observación mediante lámpara de Wood. En el caso del querion dermatofítico, la fluorescencia es negativa en la mayoría de los casos. En cuanto a la citología de las infecciones fúngicas, el patrón inflamatorio más frecuente es el piogranulomatoso. Como se indica con anterioridad, Tricophyton spp. es un hongo zoofílico, lo cual establece una relación causal de la presentación clínica con la etiología observada. En condiciones de cultivo en laboratorios no profesionales, las condiciones de cultivo pueden no ser las óptimas y en ocasiones es poco probable que algunos hongos produzcan macroconidias. El estudio histopatológico de las lesiones rara vez se describe como método diagnóstico rutinario de dermatofitosis en pequeños animales. No obstante, puede ser de utilidad en heridas que no cicatrizan o nódulos causados por dermatofitos que resultan negativos a pruebas como las mencionadas con anterioridad o bien nódulos con procesos inflamatorios piogranulomatosos en los que no podamos determinar la causa. En el caso que se presenta, no fue necesaria esta técnica teniendo en cuenta los resultados del cultivo y diferenciación. Por último, la PCR-ADN es una técnica útil para lesiones donde la biopsia no nos refleja un resultado definitivo. El problema fundamental radica en que un resultado positivo no nos indica infección activa.

En cuanto al tratamiento, a pesar de que el Itraconazol se recomienda administrarlo a semanas alternas por su efecto acumulativo, se pautó cada 24 horas sin interrupción debido a que la lesión era muy granulomatosa.

En conclusión, la dermatofitosis es una patología zoonótica, y aunque no tiene una prevalencia elevada en pequeños animales, hace que sea de vital importancia un diagnóstico certero y rápido. Tenemos a nuestra disposición varias técnicas, que elegiremos e interpretaremos en función de la presentación clínica y otras variables que las hagan más indicadas.

 

 

 

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    Irene Martínez

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    Irene es auxiliar técnico veterinario desde 2018. Además, es Técnico Superior en Laboratorio Clínico y Biomédico, Técnico Superior en Anatomía Patológica y Citodiagnóstico y Técnico Superior en Imagen para el Diagnóstico y Medicina Nuclear.
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    María es auxiliar técnico veterinario desde 2011 y graduada en Biología por la Universidad Complutense de Madrid.
    Ha trabajado en clínica de pequeños animales durante 5 años y comenzó la especialización en urgencias y cuidados intensivos en el Hospital Veterinario de la Universidad Complutense de Madrid.
    Desde 2017 forma parte del equipo del Hospital Veterinario Puchol, siendo responsable del área de hospitalización y cuidados intensivos, coordinando el equipo de auxiliares y la formación interna dentro del hospital.
    Es asistente y ponente de numerosos congresos y directora y ponente de diferentes cursos de especialización para auxiliares veterinarios.